jueves, octubre 06, 2005

François Béranger Saunière



Mientras leia el celebre y denostado “Código Da Vinci”, el primer detalle que me llamo la atención fue el nombre del conservador del Louvre y cuyo asesinato da curso a los acontecimientos que se desarrollan a lo largo de la historia: Jacques Saunière... Mas que su nombre, en extremo común para un Francés, me dio la sensación de haber escuchado alguna vez antes su apellido. En efecto, haciendo un poco de memoria mas una plegaria a San Google, recordé otra historia misteriosa y fantástica, que a diferencia de presentada en el libro de Brown, es completamente real, con gran cantidad de elementos históricos que la confirman. Me refiero a la historia de François Béranger Saunière.
En 1855, a los 33 años, François Béranger Saunière fue nombrado cura de la pequeña iglesia de “Santa Magdalena” en Rennes-le-Châteu , la cual se encontraba abandonada y semidestruida. Ubicada en la parte mas alta de la calle del pueblo, esta cercana a un palacio fortificado levantado por los visigodos. Como era costumbre de sacerdotes, Saunière tomo a una joven, Marie Dernarnaud, como ama de llaves y se instalo en su puesto sin mas perspectiva que la pobreza y la oscuridad. Nada mas lejano a lo que fue su real destino.
Saunière se entero de que uno de sus predecesores había dejado un pequeño legado para el mantenimiento de la iglesia, y en 1892 lo utilizo para restaurar el altar mayor. Este constaba de un solo bloque de piedra, con uno de sus extremos fijados a la pared de la iglesia. El otro se apoyaba en una antigua columna de piedra tallada de la época visigoda. Al levantar el bloque, se descubrió que era hueco, y en su anterior escondía tres tubos de madera, sellados con cera, que contenían manuscritos.
Dichos pergaminos, a primera vista, no parecen ser mas que transcripciones en latín de pasajes del nuevo testamento, con extraños caracteres de aspecto arcaico. El primero describe la visita de Cristo a Betania, a casa de Lazaro, Marta y Maria. El segundo es la historia de los discípulos recogiendo espigas de trigo en sábado, pero tomado de tres versiones diferentes, las de Mateo, Marcos, y Lucas.
Al examinar mas cuidadosamente estos manuscritos, los cuales han llegado hasta nuestros días, se advierte que contienen una serie de caracteres inesperados: Monogramas, letras añadidas al texto, algunas de ellas marcadas con un punto, otras desplazadas. Claros indicios de que los documentos están en clave. Y desde luego, un criptografo no encontraría demasiada dificultad en descifrarlo.
A principios de 1893, Saunière llevo los manuscritos a su obispo para obtener autorización y dinero con el fin de ir inmediatamente a París. Allí entrego los documentos al abate Bieil, director de Saint-Sulpice, que le presento a su sobrino, el editor religioso Ané, en cuya casa se alojo Saunière mientras estuvo en Paris, y a Émile Hoffet, destinado a convertirse en una gran autoridad en manuscritos antiguos y sociedades secretas.
Estuvo tres semanas en Paris, durante las cuales , paso mucho tiempo en el Louvre, donde compro reproducciones de tres pinturas aparentemente sin relación entre si: “Pastores de Arcadia” de Poussin, “Retrato de San Antonio” de Teniers y un retrato anónimo del papa san Celestino V. Entablo amistad, cosa rara para un pobre cura de pueblo, con Emma Calvé, hermosa soprano que estaba en la cumbre de su carrera.
Cuando volvió a Rennes, Saunière continuo con la restauración de la iglesia. Con ayuda de jóvenes del pueblo, uno de los cuales aun vivía en 1962 y que proporciono información de primera fuente con respecto al párroco, levanto otro bloque de piedra ubicado justamente delante del altar. La parte inferior estaba tallada en un estilo arcaico identificado como perteneciente a los siglos VI o VII.
Hay dos escenas talladas en el bloque, que suceden en un edificio con arcos o en una cripta. La de la izquierda representa a un caballero montado tocando una trompeta de caza, mientras su caballo agachado bebe agua de un manantial. La de la derecha es de otro caballero con una vara en la mano, y en la otra, o un niño o un disco o una esfera. La piedra esta gastada por lo que no es fácil definir bien los temas.
Cuando fue retirado el bloque, Saunière le ordeno a los jóvenes que cavaran a varios metros de profundidad; Cuando le avisaron que había encontrado algo, los envió de vuelta a sus casas y se encerró en la Iglesia. Se dice que habían descubierto dos esqueletos y un cuenco lleno de objetos brillantes, medallones sin valor según Saunière. En excavaciones recientes en el mismo lugar se encontró un calavera con una hendidura ritual típica en el cráneo.
Después de este descubrimiento, los trabajos de la iglesia cesaron por algún tiempo. Mientras, Saunière junto a su ama de llaves Marie se dedico a recorrer los alrededores con un saco al hombro. Cada noche volvía con el saco lleno de piedras que había elegido cuidadosamente. Según el, había decidido embellecer el jardincillo que había frente a la iglesia con una gruta de piedra. La gruta sigue allí, pero disminuida por los cazadores de souvenirs o por quienes esperaban que las piedras revelaran el secreto de Saunière.
La otra ocupación del cura, no era menos extraña. El cementerio de la iglesia contenía dos lapidas que marcaban la tumba de Marie de Negri D'Albes esposa de Francis de Hautpoul, señor de Rennes. Durante la noche Saunière movió estas lapidas y borro pacientemente sus inscripciones. Afortunadamente, estas ya habían sido copiadas por arqueólogos itinerantes.
Durante los dos años siguientes, Saunière viajo mucho. Se sabe que abrió cuentas bancarias en Toulouse, Paris, Budapest, etc. Frecuentemente llegaban giros para Marie Denarnaud de Alemania, España, Suiza e Italia, aparentemente algunos eran enviados por comunidades religiosas.
A partir de 1896 emprendió la restauración de la iglesia, cuyos resultados son aun visibles. Hay un suelo en forma de tablero de ajedrez con 64 baldosas blancas y negras; junto a la puerta principal levanto un gran monumento de colores llamativos en el que la pila del agua bendita es sostenida por una imagen a tamaño natural del demonio Asmodeo, mientras encima se levantan cuatro pequeñas estatuas de ángeles alados con el escrito “Con este signo lo vencerás”, una cita a la visión de Constantino en el año 313.
Las paredes de la iglesia están cubiertas con pinturas en relieve de estilo popular; hay además un vía crucis poco convencional, y encima del confesionario, una representación del Cristo en el monte de los olivos. El mismo Saunière pinto la imagen del altar, que corresponde a Maria Magdalena. Lo mas extraño, es que sobre el portal de la iglesia están talladas las palabras de Jacob en Bethel, pronunciadas la mañana siguiente de la visión de los ángeles que bajaban y subían al cielo por una escalera:”Este es un lugar terrible”.
Cuando termino con la iglesia, Saunière no concluyo con su fiebre constructora. Compro el terreno que se extendía entre la iglesia y la ladera oeste de la colina. Ahí construyo un paseo semi circular y una torre de dos pisos, la Tour de Magdala. Dentro de la curva del paseo dispuso un jardín, y al final, separada de la iglesia por un pequeño patio, levanto una casa para huéspedes que llamo Betania.
Saunière pago de su bolsillo todos estos trabajos. Y cuando Betania estuvo terminada y alhajada con lujosas antigüedades, recibió huéspedes que atendía como reyes. Hubo visitas regulares de aquella amistad hecha en Paris, Emma Calvé. También estuvo de visita la secretaria de estado par las bellas artes, la escritora Andrée Bruguière, muchos notables de la zona, y de vez en cuando de incógnito un hombre de quien se decía era el Archiduque Jaun de Hasburgo, primo del emperador de Austria.
Cuando murió en 1917, se calculaba que había gastado mas de 1 millón de francos de oro. Marie Dernarnaud en los siguientes 37 años hasta su muerte en 1953 no se privo de nada, estimando su fortuna propia en una carta escrita en 1920 en mas de 100 mil francos.
Entre 1885 y 1893, Béranger Saunière paso de ser un pobre cura sin perspectivas en una parroquia miserable a un hombre inmensamente rico. Y un derrochador extravagante además. Las pruebas de sus gastos están ahí, a la vista de todos en Rennes de la Châteu, pero ¿de donde salio la riqueza de Saunière?.
Yo lo acompaño hasta aca querido y ocasional lector, no sin antes contarle que le queda mucho camino por recorrer. No tema, no lo voy a dejar botado en la oscuridad, sino que le indicare por que sendero seguir. Pase por ACA y continué desde “Escuela de Herejes” enterándose del misterio de Rennes-le-Châteu.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Mucha patraña, lo peor de todo es las medias verdades, hay un artículo interesante por un profesor universatario francés Frédéric Lenoir al respecto, el vínculo es:

http://www.fredericlenoir.com/web/content/view/47/61/lang,fr/

Jésus, Marie Madeleine, les secrets de l'Eglise...

Le Prieuré de Sion est au cœur de l'énigme de Da Vinci. Vous vous êtes lancé sur la piste de cette société secrète, dont personne avant vous n'avait eu l'idée de vérifier l'existence. Qu'avez-vous découvert ?

Au risque de décevoir certains lecteurs, il n'existe pas de prieuré fondé par Godefroi de Bouillon en 1099. Le seul Prieuré de Sion dont l'histoire garde la trace est celui que créa un dénommé Pierre Plantard, dessinateur dans une usine de poêles d'Annemasse, le 25 juin 1956! Il s'agit d'une association (loi de 1901), dont les statuts ont été déposés à la sous-préfecture de la Haute-Savoie. Le mont Sion auquel le nom de la société fait référence ne renvoie pas à la montagne de Jérusalem, mais à celle de Haute-Savoie. Ce Pierre Plantard - comme Sophie Plantard de Saint Clair, l'héroïne de Da Vinci Code - prétendait descendre des rois mérovingiens - là encore, comme la Sophie du roman. Fils d'un valet de chambre, pétainiste et mythomane, Pierre Plantard a d'abord voulu être prêtre, puis s'est tourné vers l'ésotérisme. A la fin des années 1950, au moment où il fonde son fameux Prieuré, il découvre l'affaire de Rennes-le-Château, qui va lui permettre d'enrichir sa légende personnelle.


Une histoire rocambolesque...


Tout à fait! Elle met en scène l'abbé Béranger Saunière, qui - nouveau clin d'œil de Dan Brown - inspirera le patronyme de Jacques Saunière, le conservateur du Louvre assassiné au début du roman. En 1885, ce curé débarque dans la petite paroisse de Rennes-le-Château, dans l'Aude, dont l'église, dédiée à Marie Madeleine, est en ruine. Il la restaure et, sans que l'on sache pourquoi, se met à fouiller le cimetière. Puis il fait bâtir une tour et une maison de retraite pour les vieux prêtres. «D'où vient l'argent?» s'interrogent les gens du pays. La rumeur grandit: le curé aurait découvert dans un pilier de son église des parchemins qui l'auraient amené à s'intéresser au cimetière. Pourquoi pas? Ce qui est certain, c'est que l'abbé Saunière s'adonne au trafic de messes: il écrit à des centaines d'œuvres catholiques à travers l'Europe pour demander de l'argent afin de dire des messes pour les défunts. Mais, alors qu'il est censé en dire une seule par jour, il reçoit des sommes qui peuvent alimenter plus de 30 messes quotidiennes! Il sera condamné par son évêque pour cette activité frauduleuse.


Malgré cela, la légende du trésor de l'abbé Saunière a perduré!

Oui, parce que sa gouvernante s'est chargée de la relayer. Une trentaine d'années après la disparition du prêtre, elle cède le domaine à un commerçant, Noël Corbu, qui décide d'ouvrir un restaurant sur les lieux, tout en entreprenant lui-même de fouiller le domaine dans tous les sens. Au bout de quinze ans, ruiné et sans le moindre trésor à se mettre sous la dent, le restaurateur se dit qu'il pourrait au moins utiliser cette histoire pour attirer les clients. Un journaliste de La Dépêche du Midi vient lui rendre visite et rédige un article, «L'abbé Saunière, le curé aux milliards». La légende est lancée.

Comment Pierre Plantard en a-t-il eu connaissance ?

Plantard a lu l'article. Tout comme Gérard de Sède, une sorte de poète écrivain trotskiste, et le marquis de Cherisey, un aristocrate fantasque féru de généalogie royaliste. Nos trois personnages se rencontrent, puis décident de forger le mythe de Rennes-le-Château, au milieu des années 1960. Pour donner une légitimité historique à leur histoire, ils déposent eux-mêmes à la Bibliothèque nationale des documents censés prouver l'existence du Prieuré de Sion et le fait que Pierre Plantard est l'ultime descendant de la dynastie mérovingienne. Au début des années 1980, trois auteurs anglo-saxons, Henry Lincoln, Michael Baigent et Richard Leigh, enrichissent le mystère en affirmant dans L'Enigme sacrée que le Prieuré détient un secret: Jésus et Marie Madeleine ont eu une descendance... dont sont issus les rois mérovingiens. L'abbé Saunière aurait découvert dans son église des documents datant des Templiers qui en apporteraient la preuve! Nous avons retrouvé à la Bibliothèque nationale ces fameux «dossiers secrets» dont parle Dan Brown dans sa préface en les présentant comme des «parchemins»: ce sont de vulgaires feuillets dactylographiés! En 1979, le marquis de Cherisey a d'ailleurs avoué qu'il les avait fabriqués lui-même, en s'inspirant d'ouvrages

Mais pourquoi avoir inventé toute cette histoire ?

Pierre Plantard se prenait vraiment pour l'ultime descendant des rois mérovingiens, le Roi perdu, auquel le marquis de Cherisey rêvait depuis des années! Quant à Gérard de Sède, il avait envie de faire un canular.

La liste des dirigeants célèbres du Prieuré que Dan Brown cite dans sa préface - Victor Hugo, Isaac Newton, Léonard de Vinci - est donc totalement farfelue.

Oui, mais ils n'ont pas été choisis au hasard. Tous ont flirté avec l'ésotérisme: Victor Hugo faisait tourner les tables, Isaac Newton pratiquait l'alchimie, Léonard de Vinci s'intéressait aux sociétés secrètes. Mais aucun n'a jamais fait partie du fameux Prieuré... et pour cause! A mes yeux, Rennes-le-Château constitue le plus grand mythe ésotérique de notre époque.

Le romancier y a ajouté un ingrédient épicé: l'Opus Dei. Moines assassins porteurs de cilice, prélats comploteurs, scandales... L'auteur n'y va pas de main morte !

Il y a évidemment une bonne part de fiction: l'œuvre de Dieu n'a jamais été condamnée pour un fait criminel. Mais il est vrai que ce groupe catholique ultra-traditionaliste, fondé par José Maria Escriva de Balaguer en 1928 et fort de 80 000 laïcs, cultive le secret, qu'il est très bien implanté au Vatican, dont il a vraisemblablement contribué à renflouer les caisses, qu'il est assez machiste - seuls les hommes gouvernent - et que certains de ses membres pratiquent la mortification corporelle.

Léonard de Vinci était-il ce peintre hérétique doublé d'un génie de l'ésotérisme que décrit l'ouvrage ?

Léonard de Vinci prenait beaucoup de liberté à l'égard de l'Eglise et glissait de nombreux symboles païens dans ses tableaux. Mais la plupart des peintres de la Renaissance, férus d'Antiquité, utilisaient ces symboles, qui étaient connus du public. Les savants et les artistes d'alors se passionnaient pour l'hermétisme, les textes néoplatoniciens et la Kabbale chrétienne. Toute la question est de savoir si Léonard a vraiment peint Marie Madeleine à la place de saint Jean dans son tableau de la Cène. L'apôtre représenté sur la toile a effectivement l'air efféminé, bien qu'il n'ait pas de poitrine, contrairement à ce que dit Dan Brown. Mais rien d'étrange, là non plus: l'immense majorité des tableaux de la Renaissance représente saint Jean sous des traits presque adolescents, les cheveux longs et imberbe - la tradition pense qu'il avait 17 ans lorsqu'il a rencontré Jésus. En outre, Léonard de Vinci étant homosexuel, il a vraisemblablement choisi son petit ami de l'époque pour modèle. Dire que l'apôtre Jean dans la Cène n'est autre que Marie Madeleine me paraît donc absolument fantaisiste.

Venons-en justement à Marie Madeleine: que savons-nous du personnage?

Les Evangiles nous parlent de plusieurs personnes distinctes: Marie de Magdala, qui fut la première disciple à laquelle Jésus apparut le jour de la Résurrection; Marie de Béthanie, la sœur de Lazare et de Marthe; et enfin une pécheresse anonyme convertie, qui répand du parfum sur les pieds du prophète de Galilée. Progressivement, la pécheresse est devenue une prostituée dans l'imaginaire chrétien, puis les trois figures se sont mélangées, pour n'en faire qu'une seule.

L'une de ces trois Marie a-t-elle pu être la compagne du Christ ?

Dan Brown s'appuie sur l'Evangile apocryphe de Philippe, qui a été rédigé au milieu du IIe siècle. Cet Evangile existe bel et bien, mais il appartient à un courant de pensée particulier, le courant gnostique, qui s'est répandu à l'époque dans le bassin méditerranéen, surtout à Alexandrie. Les gnostiques estimaient que le salut provenait de la connaissance, et non de la foi, ce qui leur a valu d'être considérés comme des hérétiques par les Pères de l'Eglise. Ces croyants «iconoclastes», pour lesquels l'âme est bonne et le corps foncièrement mauvais, revalorisaient le féminin. A leurs yeux, la complémentarité entre la femme et l'homme était de même nature que celle qui unit l'être humain à Dieu. Que dit l'Evangile de Philippe? Marie Madeleine était la disciple préférée de Jésus, qui «l'embrassait sur la bouche». Si on lit ce passage à un degré trivial, on en déduit qu'ils étaient amants. Mais si on le lit dans la perspective gnostique, on sait que le baiser symbolise le souffle de l'esprit, la connaissance. Le maître embrasse son disciple pour transmettre le souffle, l'âme spirituelle.

L'idée que Jésus et Marie Madeleine aient eu des enfants - le secret du Saint Graal - serait donc totalement extravagante ?

Je dis seulement que la démonstration de Dan Brown en faveur de cette thèse ne tient pas la route. Cependant, aucune preuve historique ne permet d'affirmer que cette idée est fausse.

Le romancier fait également référence aux précieux manuscrits de Qumran, qui contiendraient, selon lui, une part de ce secret. Pourquoi n'ont-ils été traduits qu'un demi-siècle après leur découverte ?

Les 850 rouleaux - dont 200 textes bibliques - exhumés à partir de 1946 près de la mer Morte étaient tout simplement en très mauvais état, et l'Ecole biblique de Jérusalem, qui avait été chargée de la traduction, a mis du temps à s'atteler à la tâche. Aujourd'hui, tous les documents ont été déchiffrés, édités par Oxford University Press, et la polémique s'est éteinte. Mais Dan Brown fait mentir l'histoire lorsqu'il présente ces manuscrits de Qumran comme les «premiers textes chrétiens»: en réalité, ces textes sont juifs et aucun ne parle de Jésus. Encore moins de Marie Madeleine.

Peut-on dire, comme le fait Dan Brown, que l'Eglise catholique a, de façon délibérée, gommé le rôle des femmes dans les premiers temps du christianisme ?

C'est sur ce point que l'auteur de Da Vinci Code tombe juste. La place des femmes dans les Evangiles est beaucoup plus importante que celle que l'Eglise primitive a bien voulu leur concéder après la mort de Jésus. Les Evangiles décrivent le Christ entouré de disciples du sexe féminin. Et c'est à Marie Madeleine que Jésus apparaît en premier, près du tombeau vide. La jeune femme se jette à ses pieds en disant: «Rabouni!», mot hébreu qui signifie «Maître chéri». Ce diminutif affectueux montre la relation très proche qui existait entre eux. A partir des Actes des Apôtres et des Epîtres de saint Paul, les femmes sortent du cadre. Il s'agit à mon avis d'un pur mécanisme sociologique, un réflexe machiste méditerranéen, que les juifs ont connu, et plus tard les musulmans. Dans des sociétés patriarcales, où la femme ne dirigeait ni églises ni synagogues, il était logique qu'elle ne soit pas non plus mise en valeur dans les textes religieux. Par la suite, sentant que la piété populaire réclamait des figures féminines, l'Eglise a autorisé le culte de la Vierge Marie et de Marie Madeleine. Mais la mère de Jésus est devenue un personnage désexualisé, symbole de pureté absolue, tandis que Marie Madeleine a été assimilée à la prostituée sacrée. Deux archétypes déshumanisés.

Bien loin de ce féminin sacré que Dan Brown remet à l'honneur...

Absolument! N'oublions pas que, durant une longue période antérieure aux civilisations, les divinités étaient féminines. Puis l'homme s'est sédentarisé et a pris conscience de sa fonction déterminante dans la fécondation. A mesure que le patriarcat s'est imposé, le divin s'est masculinisé en Grèce, dans l'Empire romain, chez les juifs, chez les chrétiens. Dan Brown est malhonnête lorsqu'il fait porter au christianisme l'entière responsabilité de ce refoulement du féminin sacré.

Le romancier va plus loin en affirmant que cette religion devrait son succès historique à une vulgaire manœuvre politique ourdie par l'empereur Constantin, au IVe siècle après Jésus-Christ.

Constantin s'est effectivement converti au christianisme sur son lit de mort et il avait déjà fait de cette confession la religion principale de l'Empire romain. Mais c'est Théodose, en 380, qui l'érigera en religion officielle. Surtout, le concile de Nicée, en 325, n'avait pas du tout été convoqué par Constantin pour faire le tri dans les Ecritures et brûler les apocryphes, mais pour répondre à la crise de la doctrine de l'arianisme. Un grand débat théologique divisait alors l'Eglise: Jésus était-il un homme, était-il divin, était-il un homme-Dieu? Dans les Evangiles, le prophète nazaréen se définit tour à tour comme le Fils de Dieu et le Fils de l'Homme. Arius, prêtre d'Alexandrie, affirmait que le Fils, deuxième personne de la Trinité, n'était pas l'égal de Dieu le Père. Un certain nombre d'évêques se sont dressés contre lui, et la querelle a enflé. Constantin, qui avait le souci politique d'éviter les divisions pour unifier son empire sur la base du christianisme, a convoqué le concile de Nicée, afin d'obliger tous les prélats à s'accorder. Il n'y a donc pas eu de complot politique, mais de vifs débats théologiques.

Du coup, Dan Brown n'a pas tort de dire que le dogme de la Trinité a bien résulté d'un vote.

Il aura fallu, c'est vrai, quatre siècles pour parvenir à établir le dogme de la Trinité et de l'incarnation du Christ, puisque c'est le concile de Nicée qui décrète le Christ consubstantiel au Père, et condamne l'arianisme comme hérésie. Mais Dan Brown se trompe lorsqu'il affirme que Constantin a cherché à favoriser le camp des anti-Arius en ordonnant la destruction d'Evangiles apocryphes qui corroboraient la thèse du prêtre. Ce n'est que lors du concile de Carthage, en 397, que l'Eglise a écarté - et non brûlé - ces apocryphes, et retenu les quatre Evangiles que l'on connaît, qui sont d'ailleurs les textes chrétiens les plus anciens avec les lettres de Paul.

Comment expliquez-vous le triomphe planétaire de Da Vinci Code ?

Dan Brown et sa femme ont eu une très bonne idée commerciale: ajouter au thème du secret la thèse du complot - le mensonge de l'Eglise - et croiser le tout avec le féminin sacré, Léonard de Vinci en prime. Mais Da Vinci Code est aussi, à mon sens, un vrai phénomène de société. Il met en lumière des tendances fortes du moment: la passion du public pour Jésus, la crise des institutions - y compris les institutions universitaires, car, pour les fans de Dan Brown, l'histoire officielle est aussi suspecte - et le besoin de plus en plus manifeste de renouer avec le féminin. Ce sont d'ailleurs les cercles féministes américains qui ont d'abord fait le succès du livre. Si Da Vinci Code a eu tant d'écho, surtout auprès des chrétiens déchristianisés, c'est parce qu'il tente de réhabiliter la femme et le sexe dans le christianisme. Pourquoi l'Eglise a-t-elle évacué à ce point le féminin? Pourquoi s'est-elle autant crispée sur la sexualité? De toute évidence, Dan Brown use de démonstrations erronées, mais il pose de bonnes questions.

11:02 a. m.  

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