martes, febrero 21, 2006

Ya va siendo hora...


Asi es querido y ocasional lector, ya estamos a tiempo de darle el inicio oficial a las actividades blogisticas de este año 2006. Pero no espere demasiado tampoco, por que lo mas probable es que seamos un Blog en Marcha Blanca hasta el fin de los dias.
Como primera reflexion de este año, quisiera hacer mencion a un articulo en tono editorial que me encontre en "El Mercurio" del pasado dia Domingo, mientras ojeaba una nota principal destacada en la portada del cuerpo de reportajes sobre la lucha de dos grandes multinacionales: SONY y Opus Dai.
El escrito en cuestion, escrito por un personaje que su nombre no recuerdo pero que algo tiene que ver con la Universidad de los Andes, versaba sobre la experiencia personal del autor, al comprobar que una plaza cercana al sector donde vive, desaparecieron subitamente los juegos en que solian entretenerse los niños. De un dia para otro, sin explicasion ni aviso, resbalines, columpios y balancines simplemente no estuvieron mas. Lo mas grave es que no se vaporizaron solos, ya que los niños tampoco estan mas, o por lo menos no en la misma cantidad.
El autor comenzo una cruzada personal con el fin de dar cn al menos una razon para el suceso, empeño en el que fue fustigado con una de las mas tipicas frases chilenas: "preocupate de cosas importantes".
Al fin logro conseguir lo que buscaba de parte de uno de los individuos que mas manejan informacion en nuestra sociedad, a saber, las empleadas domesticas. De su boca supo, en ese castellano envidiable perteneciente a los peruanos (comentario que secundo) que la pura y simple verdad era que "sacaron los juegos por que los niños molestaban a los vecinos que querian dormir la siesta el Domingo por la tarde".
No se que comentario hacer al respecto, sin desperdigar puteadas y chuchadas por kilo, pero no puedo menos que reflexionar que seguramente esos mismos narcolepsicos dominicales adultos temen por su seguridad en cada esquine, y ven con descofianza a cada persona desconocida. Los juegos infatiles son un antidoto contra sus temores, pero son tan obtusos e imbeciles que no son capaces de darse cuenta.