miércoles, agosto 31, 2005

Sonrisa de la Gioconda:¿Ilusion Optica?


Elisa se llamaba la mujer del marqués de Giocondo, un rico banquero florentino que pidió a Leonardo Da Vinci que pintara un retrato de su segunda señora, cuando ella tenía 30 años y una enigmática sonrisa. Según la historia, el cuadro nunca llegó a manos del marqués. Leonardo lo conservó por muchos años y lo retocó. Lo llevó consigo a París y allí ha permanecido hasta el día de hoy. Salvo un breve período, en que un italiano lo robó del Louvre, en un acto de reinvindicación nacionalista. Pero Italia lo devolvió a Francia.

Y asi se convirtió en el retrato más famoso del mundo y en el más misterioso. Todo, gracias a Elisa, conocida como Mona Lisa o Gioconda. Su sonrisa, pintada por Leonardo Da Vinci, es la que realmente ha sido un misterio durante todo este tiempo; una sonrisa enigmática, tal vez la más enigmática del mundo.

Tanto así, que una investigadora de la Universidad de Harvard, Margaret Livingstone, se dedicó a estudiarla.

¿Qué descubrió?... que Leonardo Da Vinci pintó la sonrisa de la Mona Lisa basándose en una ilusión óptica y en los mecanismos de la visión. Sucede que la sonrisa de la Gioconda aparece y desaparece debido a la peculiar manera en que el ojo humano procesa las imágenes.

Así, cuando en el siglo XVI Leonardo Da Vinci pintó la Gioconda, logró el efecto de que la sonrisa de la Mona Lisa desaparezca al mirarla directamente y sólo reaparezca cuando la vista se fija en las otras partes de cuadro.

Lo anterior, tomando en cuenta que los artistas llevan mucho más tiempo que los neurobiólogos estudiando los procesos visuales. En este caso, el artista creo esa ilusión usando de manera completamente "intuitiva" trucos que ahora comienzan a tener base científica.

Y la teoría de la investigadora se apoya en el hecho de que el ojo humano tiene una visión central, muy buena para reconocer los detalles, y otra periférica, mucho menos precisa, pero más adecuada para reconocer las sombras.

Da Vinci pintó la Gioconda usando sombras que vemos mucho mejor con nuestra visión periférica. Por eso, para ver sonreír a la Mona Lisa hay que mirarla a los ojos o a cualquier otra parte del cuadro, de manera que sus labios queden en el campo de visión periférica... ¿qué tal?.

Y luego de publicar su teoría sobre los cambios de expresión de la Mona Lisa, basados en que la visión central tiene una más alta resolución que la visión periférica, Livingstone ahora está estudiando por qué tantos genios de la pintura tenían alguna deficiencia visual.

Rembrandt por ejemplo, cuyo estrabismo reducía su capacidad para ver en tres dimensiones, según la autora pudo beneficiare con una pobre percepción de la profundidad, una ventaja en una profesión en la que el objetivo es plasmar el mundo tridimensional en un lienzo plano.

Los estudios de Livingstone, no intentan "desmitificar el arte" sino de explicar científicamente técnicas que los artistas usaron desde hace muchos años en base a la intuición.

Muy bien cuidada

En abril de este año quedó atrás el "vaya hacia allá, gire a la derecha, gire a la izquierda... y allí la encontrará". Lo anterior, para llegar hasta la Mona Lisa. Ahora se puede caminar directamente hacia ella y verla, apreciarla, mirarla por los costados, tratar de desentrañar su sonrisa, todo muy tranquilamente y sin aglomeraciones.

Porque la famosa Mona Lisa de Leonardo Da Vinci pasó de la pequeña Sala Rosa del Louvre a una más amplia y renovada, la "Sala de los Estados", una galería que sirvió como cámara de debate parlamentario hasta el año 1870, y que fue sometida a una renovación de cuatro años y ¡6,1 millones de dólares!, a cargo del arquitecto peruano Lorenzo Piqueras.

Se trata de una sala muchísimo más amplia que la anterior, tal como se lo merecía la Gioconda. Mide 840 metros cuadrados, con más espacio para recibir a las ¡6 millones de personas! que visitan el museo cada año, evitando así las aglomeraciones que se producían frente a esta obra maestra.

En ese mismo lugar se exponen otros cincuenta cuadros de pintores del siglo XVI, incluyendo la pintura más grande del museo: "La Fiesta de Bodas de Cana", de Veronesi, con 6,77 metros de altura por 9,94 metros de largo. Ocupa el muro opuesto - a 28 metros de distancia - al de mármol beige que utiliza la Gioconda.

La Mona Lisa ocupa 200 metros cuadrados exclusivos al norte de la sala, y está protegida por un vidrio irrompible y no degradable (de cristal blindado), de 40 milímetros de espesor, cuya superficie ha sido tratada especialmente para evitar reflejos.

Está cerrada herméticamente, mantiene la temperatura y la cantidad de vapor de agua contenida en el aire a los niveles constantes de 20 grados y 50% de humedad relativa, protegida del frío, el calor y la respiración de aquellos seis millones de visitantes anuales.

Además, este habitáculo está conectado permanentemente a un servicio de seguridad. Una renovada cristalería, a trece metros del suelo, permite una iluminación de características similares a la luz natural, con lo que se pueden contemplar las telas en las mejores condiciones de iluminación.
ORIGINALMENTE EN 123.cl